La noción milenaria del binarismo de género, que es claramente ideológica y no corresponde a la realidad objetiva, debe sustituirse por un no-binarismo realista, que puede expresarse como conjuntos difusos de género, formados por afirmaciones personales de identidades difusas. Una identidad difusa no se define por un sí o no, sino por un más o menos, desarrollado según una lógica informal o difusa.
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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Jornadas Feministas Estatales

Conjuntos Difusos participó en las Jornadas Feministas Estatales con diferentes actividades sobre alternativas al binarismo de género, identidades no binarias, transfeminismos, despatologización trans, lucha contra la transfobia, derechos humanos trans, situación de los migrantes trans...

Tuvimos el gran placer de compartir actividades y debates con Belissa Andía, Secretariado Mundial Trans de ILGA, Lima; Elizabeth Vásquez, Proyecto Transgénero, Quito; Laura Bughalo, TransGaliza; Juana Ramos, Acera del Frente, Madrid; Miguel Missé, Guerrilla Travolaka; Barcelona, Miriam Solà, LesTisores, Barcelona; Alira Araneta, Acera del Frente, Madrid; Sandra Fernández, Red Internacional por la Despatologización Trans; las Medeak y colegas activistas de otros grupos...

Nuestras actividades:
• Construcciones múltiples de cuerpos e identidades (Mesa redonda con Elizabeth Vásquez, Kim Pérez, Astrid Suess, Conjuntos Difusos).
• Estrategias y aplicaciones de un feminismo no binario (Espacio de Debate, Pablo Vergara)
• Translesbianismo y otros deseos transdiversos (Espacio de Debate, Juana Ramos, Astrid Suess)
• Reflexiones feministas sobre el no binarismo (Mesa redonda con Belissa Andía, Kim Pérez, Miguel Missé / Miriam Solà)
• Despatologización trans y autonomía corporal (Mesa redonda con Belissa Andía, Alira Araneta, Sandra Fernández, Astrid Suess)
• Redes y acciones contra la transfobia y por el derecho a la diversidad (Mesa redonda con Laura Bugalho, Elizabeth Vásquez, Astrid Suess)
• Instalación artística Espacio Difuso

Aquí se puede ver todo el programa de las jornadas: http://www.feministas.org/IMG/pdf/PROGRAMA-2.pdf

...la grabación en video de la mesa de “Construcciones múltiples de cuerpos y géneros” (¡gracias estrellaroja!): http://transgranadafeminista.blogspot.com/
y escuchar el audio de la mesa de "Reflexiones feministas sobre el no binarismo" (¡gracias lasdel8!):http://lasdel8.blogia.com/2010/010502-reflexiones-feministas-sobre-el-no-binarismo.php

...y abajo unas fotos de las mesas redondas, del “Espacio Difuso” y de la mani…













Algunas impresiones y reflexiones sobre las jornadas encontradas en otros blogs:

http://carlaantonelli.com/
http://generofluido.wordpress.com/
http://maribolheras.blog.com/
http://grupolesbico.blogspot.com/
http://viajandohaciaitaca.blogspot.com/
http://escritorasfantastikas.blogspot.com/

jueves, 10 de diciembre de 2009

El feminismo no-binarista: transfeminismo



Por Kim Pérez


Nota previa. Las Jornadas Feministas Estatales de Granada empezaron con un sketch en el que Lola Van Guardia contó el diálogo entre una madre feminista y una hija transfeminista. En este esquema cronológico, me correspondería el papel de abuela, machacada en otros tiempos, pero rebelde. La familia se extiende cuando pienso en mi tía tatarabuela, Rosa Butler, poeta protofeminista, de la primera ola del siglo XIX.


El transfeminismo es la expresión política del no-binarismo del sistema sexo/género. Empezó siendo el feminismo de las transexuales (en España, Madrid, 1993 y Córdoba, 2000) y ha llegado a ser un feminismo transeúnte, en el que toda transición es posible (Granada, 2009) que por medio del no-binarismo, llega a ser explícitamente lo que fue en un principio implícitamente el feminismo, el movimiento de liberación de género, que empezó por las mujeres y luego se ha extendido a los y las homosexuales, los, las y les transexuales, los, las y les intersex, a toda la humanidad, porque es verdaderamente difusa de género, en más o menos, compuesta de personas para quienes el género debe pasar de ser un código penal a ser un sistema de afinidades voluntarias.

El (trans)feminismo ha nacido cuando se han superado los dos primeros siglos del feminismo preclásico y clásico, que permaneció inevitablemente atado a la misma concepción binarista que en el fondo combatía, lo que de todos modos fue conveniente en los primeros momentos del combate, cuando era preciso aunar fuerzas. La noción del patriarcado y la necesidad de emancipación frente al mismo emergieron de este combate. Pero el mismo trabajo feminista hizo surgir la conciencia y las reivindicaciones de otros conjuntos humanos o subconjuntos, como el de las lesbianas, dentro de las mujeres, o incluso masculinos, como los gays, también oprimidos por el patriarcado, y más adelante los de bisexuales (“no medio heterosexual y medio homosexual, sino enteramente bisexual”), transexuales (palabra que uso abarcando nuestra inmensa variedad de formas), intersex (que empiezan a entrar en acción) ...

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De esa conciencia de que no estamos acantonados dentro de dos géneros cerrados, dos conjuntos marcados por un sistema lógico tan hermético como el de sí o no, de que ambos géneros correspondían a realidades mutuamente irreductibles (que era, en el fondo, la lógica del patriarcado, como sistema de dominación, que sólo admite por tanto dos situaciones, la de dominante y la de dominado) tuvo que emerger, por tanto, la convicción de que todo el binarismo no es nada más que una ilusión ideológica, un trampantojo, y de que la realidad subyacente bajo esa terrible mátrix, una vez descubierto el sistema de dominación, puede ser completamente distinta, un plural y no-dominacionista no-binarismo.

No somos por tanto “hombres” contra “mujeres” ni “mujeres” contra “hombres”, en una abstracta simplificación, metafísicamente, booleanamente envueltos en un sí o un no, en un “conmigo o contra mí”, sino algunos hombres difusos y aún algunas mujeres difusas y aún algunos variantes de género difusos, contra otros hombres difusos, mujeres difusas, variantes de género difusos, etcétera. La noción de clase se transparenta enseguida tras esta distinción, como aspiración metafísica, sueño idealizado de las clases verdaderamente dominantes (porque habría que examinar también el binarismo de las clases: la clase dominante ha precedido siempre, como realidad histórica, a las clases dominadas; el dominador ha querido dominar)

El transfeminismo está innovando más allá del feminismo que hasta ahora hemos conocido (y todas las innovaciones producen desconfianzas y precauciones), porque sabe algo que éste no sabía, y que le hacía quedar dentro de la misma concepción binarista, perjudicándose especialmente en su relación con los conjuntos difusos más o menos masculinos. Pero el feminismo intuía desde luego este no-binarismo, especialmente cuando en una fecha concreta, y en una reunión estatal masiva, Madrid, 1993, abrió las puertas lógica y fascinadamente al conjunto difuso de las transexuales feminizantes, que aún no sabíamos tampoco lo que significábamos en el movimiento de liberación de género, entendido como conjunto.

En este proceso de liberación de género, empezado, conceptuado y mayorizado por las difusas mujeres (esta última distinción sobre las mayorías es fundamental, por cuanto políticamente tiene el valor permanente que se puede suponer), podemos contemplar a la vez un sujeto único, los dominados, y múltiple, las diversas categorías y subcategorías de personas dominadas, de las que las inmensas pero muy minoritarias variantes de las trans hemos sido lo suficiente radicales y audaces como para llegar a poner nuestro prefijo trans en la inmensa construcción del feminismo.

Es posible, por tanto, distinguir entre dos planos necesarios del feminismo. el político fundamental y el sindical. El primero es el que se ve como “el” movimiento de liberación de género, con una historia y unas relaciones de fuerzas internas determinadas, mayorítarias y minoritarias, no determinadas por ningún determinismo. sino por la libre conciencia y la voluntad humana. El segundo es el que defiende los intereses específicos de los sujetos políticos, uno o muchos, que puedan emerger como mujeres difusas (incluidas algunas trans), situado entre muchos otros movimientos sectoriales, específicamente GLBT. Todos estos segmentos del único movimiento de liberación de género, mayorizado por las mujeres difusas, están concertando alianzas muy variables. Ésta será la dinámica política del futuro transfeminismo, en el plano fundamental de la liberación de género.

¿Cuál es entonces el futuro del feminismo, cuando en nuestras sociedades están cambiando las mentalidades y las leyes y todo ello está sostenido por un proceso tecnoeconómico infraestructural en la que la forma del trabajo, centrada en la informática, asegura una igualdad de oportunidades para las mujeres difusas y para trans difusas, intersex difusas, etc, y por tanto el mantenimiento social de nuestros derechos?

Distinguiendo entre los dos planos de los que vengo hablando, es fácil ver que en el sindical o corporativo, al feminismo, tornándose transfeminismo, le toca la gestión de la igualdad conseguida y la consecución de nuevas formas, fácilmente objetivables, en los mil problemas cotidianos.

En el plano de la liberación de género, al transfeminismo le toca terminar con cualquier entendimiento del género como código penal, como imposición y asignación con la que nos encontramos al nacer, y en particular con su concepción binarista como dos únicas posiciones vitales que encubren una voluntad de dominación.

El transfeminismo puede advertir en particular que, al no haber comprendido el feminismo en su fase clásica o en su segunda ola esta relación de la dominación patriarcalista con el binarismo, encontrará más difícil eliminarla en tanto lo mantenga. Dicho muy claro: el enfrentamiento binarista entre “mujeres” y “hombres” mantiene las formas de la dominación.

Frente a este problema, el no-binarismo es la experiencia del deshacimiento de las barreras de género y por tanto de la forma conceptual de la dominación. La noción de lo difuso deshace los dos círculos, el del encierro voluntario y gustoso de los dominadores, lo mismo que el forzado de los dominados. Los seres humanos se encuentran entonces libres de las barreras de género, emancipados del código de género, como quien vaga por un jardín nuevo que quizás le desconcierta. En este momento, se individualizan, se subjetivan. Cada cual descubre que yo soy yo, y que ser yo es mi única ley. En este momento, hay tantos géneros como personas, o muchos más, puesto que cada persona puede evolucionar en el entendimiento de su subjetividad.

En el siguiente momento, las personas podemos unirnos por afinidades voluntarias, que en materia sexual, hacen de los géneros conjuntos voluntarios y difusos, el femenino difuso y el masculino difuso, desde luego, y también los conjuntos trans difusos, intersex difusos y todo lo que podamos descubrir en nuestro interior y en el exterior.

La forma del género, sostenida por un código penal, queda atrás, definitivamente, y se ve sustituida por conjuntos difusos y libres, cuya formación, transformación y deshacimiento queda decidida por personas subjetivadas y unidas voluntariamente.

Ésta es la tarea del feminismo, convertido en su fase postclásica o en su tercera ola en transfeminismo.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

video stp 2012 granada

aquí podéis ver el video de la acción que hicimos en granada el día 17 de octubre de 2009 para la Campaña Alto a la Patologización Trans STP2012.

para más información sobre la convocatoria: www.stp2012.wordpress.com y www.octubretransgranada.wordpress.com

Subjetivación



Por Kim Pérez


El no-binarismo de género muestra una gran potencia para la subjetivación.

O quizás mejor, se puede decir que la subjetivación conduce al no-binarismo de género.

Entiendo por subjetivación la conciencia nítida de que yo soy yo, sujeto del pensamiento distinto del objeto que pienso, distinta de mis circunstancias, incluso las de sexo, incluso las corporales.

Es una experiencia o una intuición, no un concepto o abstracción; su gran fuerza vital no requiere un gran proceso educativo, sino que suele darse en la niñez o en la adolescencia, con formas como “yo estoy aquí”, o “yo tengo ahora mismo diez años”, o “éstas son mis manos”, o “ésta es mi familia; ¿por qué?”
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No se da espontáneamente en todas las personas, como he podido comprobar preguntando, pero en las que se ha dado, es un recuerdo muy preciso, del que se puede detallar el momento, el cómo y el dónde. Como todas las intuiciones, es un descubrimiento repentino.

No es difícil que de esta subjetivación se pase a cuestionar las propias circunstancias y, entre ellas, las de género. Es un distanciamiento entre mí, recién descubierta, y lo mío o lo que me circunda, por lo que pone la base intelectual para este cuestionamiento.

Es verdad que me aísla dentro de mí, pero le da a todas mis acciones, mis decisiones, mis preferencias, la base más fuerte: proceden de mí.

En definitiva, esto confirma que yo soy radicalmente otra respecto a lo otro y los otros, y compruebo que en el fondo soy radicalmente yo, originaria, profundamente incomunicable, inaccesible.

Mi experiencia básica soy yo y todo procede de mí, según criterios en gran parte intuitivos y sólo en parte explicables: “lo prefiero así”, “me gusta”, “no me gusta”.

Siendo el género entonces, no el sometimiento a regulaciones exteriores, sino la expresión de las fundamentales intuiciones sexuales interiores, esto hace que eluda cualquier disciplina externa, cualquier sometimiento a cualquier código de género, y que en cierto modo, mi género sea radicalmente mío, por las razones que sólo yo sé, hasta el punto de poder generalizar la fórmula “una persona, un género”, expresión del no-binarismo radical.

Bien es verdad que esta extrema diferenciación se atenúa por la conciencia de las afinidades, palabra que empleo en el sentido preciso de similitudes y coincidencia de voluntades. No se trata de igualdades ni de uniformidades, sino de la percepción práctica de que otras subjetividades muestran actitudes similares a la mía, mientras que unas terceras son muy diferentes, atractivas o repulsivas.

La subjetivación supera cualquier desviación individualista o separatista en cuanto percibo que me deja como conciencia desnuda, igual a la de cualquier otro ser humano. No son esencialmente mías mis circunstancias, son distintos de mí mi aspecto, mi edad, mi clase, mi nacionalidad, mi educación, mi sexo... Los seres humanos aparecemos como un coro de conciencias desnudas, frecuentemente sometidas a circunstancias dolorosas. Una profunda solidaridad, basada en la propia experiencia, se eleva en ese momento.